Ignacio Carnevale es estudiante de Ingeniería Electrónica de la FCEIA y desde enero de este año se encuentra en la Antártida desempeñándose como encargado del laboratorio multidisciplinario de Base Carlini (LACAR). Allí se brinda soporte técnico a proyectos científicos como sismología y geodesia y se administra y mantiene la red informática y los enlaces satelitales para asegurar la conectividad.
La Base Científica Carlini se encuentra ubicada en la isla 25 de Mayo del archipiélago Shetland del Sur e Ignacio permanecerá allí hasta marzo de 2021, fecha en la que finalizará su segunda campaña Antártica, la primera fue durante 2016 en Base Orcadas. Sobre cómo surgió su interés y cómo logró viajar a la Antártida menciona: "Fue a través de la facultad que me enteré por una convocatoria de la posibilidad de trabajar en la Antártida como electrónico. Esa convocatoria era del Servicio Meteorológico Nacional y si bien no fui seleccionado, me sirvió para interiorizarme y buscar más información".
"Investigue un poco por mi cuenta y descubrí la existencia de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), organismo que regula toda la actividad antártica argentina y de quien depende el Instituto Antártico Argentino (IAA) que nuclea la actividad científica del país que se desarrolla allí. El IAA realiza una convocatoria todos los años en busca de personal técnico para realizar una invernada, vivir por un año en la Antártida, así que cuando abrió la convocatoria viajé a Buenos Aires para asistir a una charla donde explicaban de qué se trataba y rendir el examen técnico. Luego de aprobarlo le siguieron varias entrevistas con psicólogos y más exámenes psicofísicos. Una vez que me confirmaron que había quedado seleccionado siguieron varios trámites y capacitaciones durante todo el año previo a viajar" relata el estudiante sobre su llegada al continente más austral.
Actualmente se encuentran invernando en la Base Carlini 25 personas: tres del Instituto Antártico Argentino entre las que se incluye Ignacio, dos miembros de la Dirección Nacional del Antártico encargados de los depósitos de víveres e insumos, dos observadores del Servicio Meteorológico Nacional y 18 integrantes del Ejército Argentino que realizan diversas tareas para mantener la base operativa y brindar apoyo logístico a la actividad científica.
"En la Base se mantiene una rutina que comienza con el desayuno a las 8 de la mañana y allí se informan las novedades o se hace algún requerimiento para ser llevado a cabo durante el día. A partir de eso se coordinan las tareas que llevarán adelante cada uno" detalla el estudiante. "Para quienes trabajamos en el LACAR la actividad diaria depende principalmente de los requerimientos de los proyectos a los que brindamos soporte, así que nuestra rutina puede variar. Un día a lo mejor trabajamos dentro del laboratorio y al otro salimos en busca de unos sensores que se encuentran en distintas ubicaciones de la isla, alejadas de la base".
Asimismo Ignacio menciona que entre todos se distribuyen las tareas que podrían considerarse domésticas: "Además de los trabajos específicos de cada uno se realizan tareas que son comunes a todos los integrantes de la dotación y se va rotando, como ser ayudante de cocina y colaborar en la limpieza general. También hay tiempo para el ocio, se puede ir al gimnasio, jugar al ping-pong, cartas, juegos de mesa, leer o mirar alguna serie o película. O simplemente ir a afuera a disfrutar de la belleza del paisaje y sacar alguna foto cuando el tiempo lo permite".
A Ignacio le quedan 6 materias mas el proyecto final para recibirse de ingeniero electrónico y el contexto de la pandemia y el cursado virtual le posibilitó realizar materias encontrándose a más de 7000km de distancia. "Durante el segundo cuatrimestre comencé a cursar un par pero decidí enfocarme en una electiva que pienso que me va a dar herramientas necesarias para encarar algunos de los temas del proyecto final que me interesan. En este contexto probablemente sea lo mismo cursar desde la Antártida o desde Rosario" resalta.
Sobre cómo se vive allí la pandemia de COVID-19 el estudiante cuenta que al no haberse registrado ningún caso positivo hizo que no fuera necesario el distanciamiento social entre los miembros de la dotación. "Se aplicaron ciertos protocolos para asegurar que no ingrese el virus, como evitar el contacto con otras bases, lo que generó que sea una invernada algo particular, aún más aislada que de costumbre" desarrolla. Además reflexiona "este año que va a quedar en la historia como el año de la pandemia, es raro pensar que fui una de las pocas personas que se mantuvo al margen, que me salteé ese capítulo en mi vida. Vivimos lo referente a la pandemia como algo lejano por la televisión, sólo se toma dimensión a través del contacto con nuestros familiares y seres queridos".
A modo de reflexión final Ignacio indica: "Venir a la Antártida es una gran experiencia. Lo viví como una aventura desde el primer viaje a Buenos Aires para aplicar a la convocatoria. Ya los movimientos logísticos para llegar hasta aquí implican ciertas vivencias que de otro modo no hubiese tenido, como volar en un avión Hércules o pasar algunos días embarcado" y agrega "se forjan grandes amistades y se conoce gente de todo el país y de otros países, de diversas formaciones e idiosincrasias que resulta muy enriquecedor a nivel personal".