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Noelia Pereson es estudiante avanzada de ingeniería mecánica de la FCEIA y durante el primer cuatrimestre realizó un intercambio académico en la Escuela Nacional de Ingenieros de Tarbes (ENIT), al sur de Francia, en el marco del Proyecto INNOV-4ALL del Programa ARFITEC. A continuación compartimos su relato sobre la experiencia:

Participé del European Project Semester (EPS) en Tarbes en la École Nationale d'Ingenieurs de Tarbes (ENIT), al sur de Francia, un programa cuatrimestral donde trabajé con un equipo internacional en un proyecto de aplicación práctica. Fue una experiencia muy completa que combinó aprendizaje técnico, gestión de proyectos y trabajo multicultural.

La universidad anfitriona está bien preparada para recibir estudiantes internacionales: desde el principio me sentí bienvenida, todo estaba bien organizado y el personal siempre fue muy amable y atento para ayudarnos a adaptarnos. Eso hizo que la llegada y la instalación en la ciudad fueran mucho más fáciles.

Respecto al trabajo académico, el programa EPS consiste en un cuatrimestre completamente en inglés, que se centra en el desarrollo de un proyecto con equipos internacionales. En mi grupo trabajé con dos compañeros de Países Bajos, una de Corea del Sur y otra de República Checa, todos de distintas ramas de la ingeniería. También había chicos de otras partes de Europa y de Latinoamérica. Fue muy enriquecedor compartir con gente de tantas culturas distintas.

El proyecto que nos asignaron fue para una empresa ubicada en una isla francesa dedicada a recolectar plásticos del mar para reciclarlos. Necesitaban el diseño de una nueva máquina secadora de plástico para poder aumentar su capacidad de producción. Fue muy motivador trabajar en un problema con impacto ambiental positivo. Durante esta etapa de diseño, además, conté con la colaboración de Sacha Varela, docente de nuestra universidad, que me dio una mano para encarar el proyecto de forma más organizada.

enitMás allá del aspecto técnico, fue una experiencia de muchísimo aprendizaje en gestión de proyectos. Tuvimos que definir objetivos claros, planificar tareas, repartir responsabilidades, establecer tiempos y sobre todo a comunicarnos de forma efectiva en el equipo. El programa incluía también clases de project management, comunicación, inglés y francés. Diría que lo que más me aportó fue justamente la parte de gestión y comunicación: entender cómo organizar un proyecto real y cómo trabajar con personas de otras culturas, con formas distintas de encarar problemas y tomar decisiones.

Aunque el proyecto se desarrollaba íntegramente en inglés, el francés fue fundamental para la vida cotidiana. En ese sentido, quiero destacar el curso FICA de francés que hice en la facultad antes de viajar: me dio la base necesaria para desenvolverme con seguridad y aprovechar mucho más la experiencia.

Otro aspecto muy positivo fue la vida social y cultural. La universidad cuenta con diversos clubes de estudiantes; yo era parte del club internacional que organizaba actividades para todo el grupo de estudiantes de intercambio, como encuentros en la facultad y viajes a lugares cercanos para conocer la región. Gracias a eso pude disfrutar mucho más de la cultura local, hacer amistades de todo el mundo y crear recuerdos inolvidables.

En resumen, fue una experiencia muy enriquecedora, tanto en lo académico como en lo personal. Me permitió practicar más el francés y el inglés, compartir con gente de otras culturas y aprender a trabajar en equipo en un contexto internacional. Recomiendo a quienes tengan la posibilidad que se animen a participar de este intercambio: salir de la zona de confort y adaptarse a un nuevo entorno es un desafío, pero también una oportunidad de desarrollo personal enorme.