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Como cada mes de Noviembre, conmemoramos el 25 el Día de la Eliminación de la violencia contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries.

Recordamos que el 25 de noviembre de 1960, las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, fueron asesinadas por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo , que gobernó República Dominicana desde 1930 hasta 1961. Las hermanas militaban contra el régimen de Trujillo y fueron asesinadas a golpes, simulándose luego un accidente.

En su memoria, en 1981 en Bogotá, en el 1er. Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, se designa el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres.

En 1993 la asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra la mujer, definiéndola como “ todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual, psicológico, incluídas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.

El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Sabemos que mucho se ha avanzado en el reconocimiento y visibilización de las violencias de género, y que esto ha sido acompañado de importantes cambios en materia de legislación.

La ley 26.485, sancionada en el año 2009, de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, define tipos de violencia y modalidades. En su artículo 4, define: se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal”.

A pesar de los avances mencionados en materia de legislación, vemos como día a día las mujeres debemos enfrentamos a conductas violentas, que nos colocan en situaciones de riesgo constante.

Transitando las violencias cotidianas, que se expresan tanto en el ámbito doméstico, laboral, institucional, las violencias contra la libertad reproductiva, obstétricas, mediáticas, arribamos a la expresión máxima de violencia que se expresa en los femicidios.

Según el Registro Nacional de Femicidios de MuMaLá entre el 1 de enero y el 31 de octubre del año en curso, se contabilizaron 200 femicidios directos, 23 femicidios vinculados y cuatro trans /travesticidios . Además registran 226 intentos de femicidios y 48 muertes en investigación.

El 41 % de los femicidas eran parejas, el 22 % ex parejas y el 13 % un familiar.

En el 44 % de los casos víctima y victimario convivían.

En la situación de Aislamiento Social que acompañó a la Pandemia de Covid 19, muchas cuestiones se vieron interrumpidas, pero la violencia no se interrumpió.

Detrás de cada uno de estos números hay una historia. Historias de desigualdad, de poder, de no aceptación de la otra como una persona con voluntad y derechos. Hay historias de jóvenes a las que sus madres esperaban para cenar, de mujeres que son golpeadas por proteger a sus hijxs, de jóvenes engañadas al buscar un trabajo, hay mujeres rociadas con alcohol y prendidas fuego, apuñaladas. Crímenes de odio. Mujeres consideradas propiedad de un hombre, desechadas como basura si no responden a la voluntad del violento. Hay un refrán español que dice: “Mía o de la tumba fría”. Es de hace muchos años, nada que agregar. En estos días se estrenó un documental que relata las circunstancias del asesinato de una mujer en un country por el que su esposo fue condenado y encarcelado y aún sigue declarándose inocente. En una escena, el marido en cuestión, relatando códigos carcelarios dice que entre los reclusos se tiene mayor importancia según a quien se haya asesinado. Primero en importancia está quien mató a un policía, segundo en el ranking el que mató a la mujer. Y remata: ¿quién no quiso matar a su mujer?. Así, con total desparpajo. En esta situación estamos.

Inés, de 56 años, Sabrina de 35, Valentina de 19, Analía de 26, Florencia de 27, Luciana de 24, María de 25, Micaela de 28, Rosa de 55, Jordana de 28, Denise de 30, Priscilla de 15, Cristina 40, Ada de 7, Romina de 37, María de 46, Olga de 45, son algunas de las mujeres que vieron sus vidas truncadas por la violencia. Historias repetidas en los medios ya casi como un espectáculo, que por repetido puede volverse invisible.

Hay también una justicia a veces muy cuidadosa de los derechos de los violentos. Que se toma sus tiempos y revictimiza a las mujeres. Que no considera la violencia económica como algo que hay que resolver de manera urgente, y que en muchos casos motiva el regreso a la situación de violencia.

De manera que en esta fecha como todos los días debemos seguir trabajando por hacer visibles las injusticias que se cometen, por des-naturalizar las violencias, por lograr que toda forma de violencia machista sea inadmisible, por eliminar las desigualdades y la discriminación.

 

Comisión de Género FCEIA